lunes, 13 de abril de 2009

El Icono


El principio trinitario es el fundamento increbantable que une lo personal y lo comunitario y da un sentido último a todo. La imagen de Dios Uno y Trino a la vez se erige en única norma de toda existencia.

§ La Trinidad es imagen conductora de los hombres, comunidad de amor mutuo, unidad en lo múltiple, unidad de todas las personas en una sola naturaleza recapitulada en Cristo.

§ El dogma enuncia: Tres personas (hypostases) y una sola naturaleza o esencia ( ousia). Tres personas consustanciales representan la unidad absoluta y la diversidad absoluta. Están unidas no para confundirse sino para contenerse mutuamente. Cada Persona es una forma única de contener la esencia idéntica, de recibirla de las Otras, de darla a las Otras, y así de presentar a las Otras.

§ “Un solo Dios porque hay un solo Padre”, según este axioma patrístico en un eterno movimiento de amor, el Padre-Fuente presenta las personas del Hijo y del Espíritu y les da lo que El es.

§ Las relaciones de origen son también relaciones de diversidad que esconden y designan a la vez el misterio indecible de las Personas.

§ Uno es soledad, dos es el número que separa, tres es el número que traspasa la separación; lo uno y lo múltiple se encuentran reunidos y circunscritos en la trinidad.

§ San Sergio de Radonega ( 1313-1392) no ha dejado ningún tratado teológico, pero su vida entera estuvo consagrada a la Santa Trinidad. Objeto de su contemplación incesante, este misterio divio derrama en él y hace de él esa paz encarnada con que resplandecía visiblemente ante todos. Dedicó su iglesia a la Trinidad y se esforzó en reproducir una unidad a su imagen en su entorno inmediato y hasta en la vida política de su tiempo .Se podría decir que reunió a toda la Rusia de su época alrededor de su iglesia, alrededor del Nombre de Dios, para que los hombres “por la contemplación de la Santa Trinidad venzan el odio desgarrador del mundo”.

§ ¡7 años después de su muerte, su discípulo san Nicono encargó al célebre iconógrafo Andrés Rublev que pintara un ícono de la Santa Trinidad en memoria de San Sergio. También hizo decorar el iconostasio de la abadía de la Santa Trinidad por Rublev y su fiel compañero Daniel. Los días de fieta, cuando Andrés y Daniel no trabajaban, “se sentaban ante los venerables y divinos íconos y mirándolos sin distracción...elevaban constantemente su espíritu y su pensamiento a la luz inmaterial y divina...”. Esta es la luz que Andrés Rublev supo transmitir en su ícono hecho célebre. Recrea el ritmo mismo de la vida trinitaria, su diversidad única y el movimiento de amor que identifica las Personas sin confundirlas. Parece que Rublev respira el aires de la eternidad, que vive en los espacios del corazón divino y se erige así en sorprendente poeta del Amor. El ícono de la Trinidad se remonta a la oración sacerdotal de Cristo: “ para que todos sean uno...para que el amor con el que me has amado esté en ellos y yo mismo esté en ellos...”( juan 17,21-23)

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